Crecimiento económico

La distinción entre el corto plazo y el largo plazo es tradicional en Economía. En el corto plazo, las economías se caracterizan por experimentar fluctuaciones económicas. En el largo plazo, la mayoría de los países se encuentran inmersos en un proceso de crecimiento sostenido (al menos, los pases occidentales durante el último siglo y medio o dos últimos siglos) que se manifiesta en aumentos casi ininterrumpidos de la producción por trabajador y de la renta per cápita. ¿Qué determina el nivel de renta de un país y la tasa de crecimiento de su producción por trabajador y de su renta per cápita? ¿Qué tipos de políticas pueden
incidir favorablemente sobre estas variables? Pese al indudable interés práctico de estas cuestiones, la incorporación de su estudio a la teoría económica formal es un fenómeno relativamente reciente.

Mientras que el desarrollo económico fue una de las preocupaciones centrales de los economistas clásicos del siglo XIX, la que cabe considerar la rama dominante de la teoría económica se centró durante la primera mitad del siglo XX en al análisis de problemas de carácter esencialmente estático. Y en parte como consecuencia de la gran influencia que tuvo la obra de Keynes a partir de la finalización de la Segunda Guerra Mundial, los macroeconomistas prestaron más atención a las fluctuaciones económicas en el corto plazo que a las causas del crecimiento económico en el largo plazo. Keynes había proporcionado el aparato analítico necesario para dirigir la política económica hacia la economía y se había preocupado bastante menos del largo plazo (recuérdese su afirmación: “en el largo plazo, todos estaremos muertos”). No obstante, a partir de finales de la década de los cincuenta, la economía del crecimiento experimentó un desarrollo notable. La literatura acumulada durante estas décadas es muy extensa y ha recibido en los últimos años un impulso
importante, tanto a nivel teórico como empírico (parece ser que el “largo plazo” no está tan lejos como Keynes suponía). En relación con sus consecuencias para la política económica, hay una muy buena razón para tratar de identificar los determinantes del crecimiento económico: pequeñas variaciones de la tasa de
crecimiento de la productividad y de la renta per cápita se traducen en grandes variaciones de los niveles de renta de las próximas generaciones.

Por tanto, la comprensión de las causas y los determinantes del crecimiento económico puede proporcionar unos beneficios bastante considerables y, en cualquier caso, muy superiores a los que pueden obtenerse de las políticas de estabilización.

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Los autores

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