123
Ed. 39 Vol.8 N.º 3 Agosto-Noviembre ‘19
DOI: http://dx.doi.org/10.17993/3cemp.2019.080339.118-149
durante 2016, México que aporta 22.30% del PIB latinoamericano, Argentina cuya participación es de
10.16%, Venezuela con 6.02%, Colombia con 5.71%, Chile con 4.99%, Perú con 3.9%, Ecuador 2.04%,
Cuba 1.96%, Guatemala 1.48%, República Dominicana 1.47%, Panamá 1.2%, Costa Rica 1.16%,
Uruguay 1.05%, Bolivia 0.64%, El Salvador 0.57%, Paraguay 0.54%, Honduras 0.46%, Nicaragua
0.26% y Haití con 0.18% (datos de elaboración propia con información de UNSTAS, 2017).
En términos generales, la actividad económica se divide en tres: actividades primarias, secundarias
y terciarias. Las actividades primarias son las que emplean elementos naturales como la agricultura,
ganadería, pesca, minería y explotación forestal; las secundarias son las que toman los productos
primarios y las manufacturan; y el terciario, se reere al sector servicios.
En este contexto, las actividades primarias son las de menor desarrollo tecnológico y menor valor
agregado, a diferencia de la industria manufactura cuyo desarrollo tecnológico y valor agregado es mayor.
Partiendo de ello, una economía puede estar primarizada, industrializada o terciarizada, entendiéndose
aquella actividad que mayor participación tiene en la generación de riqueza.
Es aquí donde existe el adjetivo de Economía Industrializada y Economía Primarizada, reriéndose
a las primeras a aquellos países cuyas rentas son altas, su desarrollo es alto, y en términos generales
han sobresalido en el bienestar. Caso contrario sucede con los países dedicados al modelo primario-
exportador.
En la historia económica del siglo XX en América Latina se observan tres procesos de políticas
económicas, que persistieron antes de la apertura comercial vigente: el modelo “primario-exportador”,
la industrialización a través de la “sustitución de importaciones” y el “desarrollo estabilizador”.
Actualmente algunos países de América Latina, como Brasil y México, son considerados Nuevos Países
Industrializados, ya que la región transitó a lo largo del siglo pasado de tener una economía impulsada
por la exportación de bienes primarios a la industrialización.
Ahora bien, para Bolinaga y Slipak (2015) la globalización ha recongurado las relaciones económicas
mundiales que opera sobre dos grandes procesos: el ascenso de China y el tránsito del epicentro
económico mundial hacia el Pacíco Norte, y la crisis económica nanciera internacional iniciada en
2008 y el declive de las economías desarrolladas.