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Ed. 27. Vol.7 Nº 3. Septiembre-Diciembre 2018
DOI: http://dx.doi.org/10.17993/3ctecno.2018.v7n3e27.50-69
4. EL DECLIVE DE LAS HOSPEDERÍAS
Debido a la preocupación por la existencia buenos establecimientos hosteleros, se llegó a crear la
gura de un inspector que recorría las ventas y posadas analizando la calidad del establecimiento
(Hernández Vicente, 2015). Por otra parte, en 1756 Tomás Manuel Fernández de Mesa proyectó y
publicó como debía de ser la posada ideal: ubicada en un emplazamiento estratégico, debía situarse
a unas cuatro o cinco horas de distancia de otras posadas y siempre cercana a un lugar donde
proveerse de agua abundante y acondicionadas según el clima de cada región.
Sin embargo, la proliferación del empleo de los medios de transporte mecánicos que sustituyó el
uso del motor de sangre, permitió alcanzar el destino de una manera mucho más rápida. Desde
entonces, ventas y posadas fueron absorbidas por el ensanche de las carreteras y el crecimiento de
las ciudades, lo que hizo que muchas de ellas desaparecieran. Además, se trata de edicios que, en
su mayoría, perdieron la utilidad para la que fueron concebidos, dejando de ser empleados como
lugar de parada obligada en el viaje, al transformarse el sistema de comunicaciones que las hizo
necesarias. Su innecesariedad ha ocasionado que esta tipología arquitectónica, que hasta no hace
demasiado tiempo resultaba cotidiana, las aboque al abandono.
De las que aún permanecen en pie, la mayoría han sido intensamente transformadas, reconvirtiéndose
en residencias privadas, casas de labranza o de recreo. En algunos casos, a pesar de haber sufrido
numerosas alteraciones, siguen desempeñando la función hostelera, como restaurantes, conservando
su estructura originaria. En otros casos, han sido demolidas y sobre su emplazamiento se ha edicado
una nueva venta o restaurante, debido a su emplazamiento estratégico. Pero las hay que han sufrido
peor suerte y se encuentran abandonadas y en la ruina absoluta, lo que las aboca a su desaparición.
Pocas hay que se encuentren protegidas por la normativa de Protección del Patrimonio y, aunque lo
estén, no se ha evitado su detrimento.
Las ventas y las posadas son construcciones íntimamente ligadas al modo de vida y a la organización
de territorio español, por lo que forman parte del patrimonio de la obra civil y, por tanto, del
Patrimonio Cultural, de la herencia cultural propia del pasado de una sociedad que se debe transmitir
a las generaciones presentes y futuras. Se trata de edicios que tienen una importancia no solo basada
en criterios estéticos o históricos sino en el hecho de ser un reejo de la cultura y sociedad española
hasta el siglo XIX. Tienen un valor documental, histórico y en algunos casos arquitectónico. A
pesar de haber perdido el valor simbólico, ya que la memoria de su uso está desconectada de la
sociedad actual, su máximo valor máximo reside en formar parte de la arquitectura tradicional y,