Las enfermedades psiquiátricas son aceptadas, fundamentalmente, como una patología diferente de los trastornos médicos comunes. Probablemente esta perspectiva nace de la clásica división entre cuerpo y mente. A pesar de milenios de debate, ni un solo dato ha sido capaz de explicar el sustrato fisiológico del cerebro humano capaz de originar la mente (Agarwal, Port, Bazzocchi y Renshaw, 2010).
En las últimas décadas el rápido crecimiento de la utilización de la resonancia magnética (RM), en la investigación de enfermedades psiquiátricas, ha despertado el interés de numerosos psiquiatras de unir los signos y síntomas de las enfermedades psiquiátricas a áreas específicas estructurales del cerebro o a alteraciones funcionales (Lui, Zhou, Sweeney y Gong, 2016).
Teniendo en cuenta que esto supone la existencia de estructuras bioquímicas y funcionales anormales, que subyacen en la enfermedad psiquiátrica, y asumiendo que estas anormalidades existen, conlleva a pensar que la RM es capaz de detectarlas. La psicoradiología es un término que describe un creciente interés en relacionar la psiquiatría y la radiología. En la práctica clínica, la psicoradiología propone el enfoque
radiológico en el manejo de las enfermedades psiquiátricas mayores, y comprende desde el diagnóstico, planificación del tratamiento, y monitorización del paciente (Lui, et al., 2016).
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Los autores
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